viernes, 12 de agosto de 2011

EL LIBRO DE LAS MARAVILLAS DE FERNANDO CLEMOT, EN OCTUBRE, EN BARATARIA

En octubre llega El libro de las maravillas, nueva novela de Fernando Clemot

(Fuente Eldígoras.com

Colección Bárbaros
EAN/ISBN 978-84-95764-91-1
Aparece en octubre de 2011

El libro de las maravillas es la segunda novela de Fernando Clemot (Barcelona, 1970) tras la publicación de El golfo de los poetas (Barataria, 2009).

SINOPSIS, por Eduardo Iriarte

Presintiendo ya cercano el final de su vida, el narrador de El libro de las maravillas, ingresado en una clínica de reposo, se ve obligado a hacer balance. Ante el convencimiento de que lo experimentado hasta entonces no ha valido gran cosa, decide elaborar una suerte de catálogo de vidas no vividas. Es así como, tomando por modelo el libro de Marco Polo, va recopilando historias ajenas con el convencimiento de que «un cambio radical en el presente puede modificar de forma definitiva nuestro pasado». Llevado por una curiosidad insaciable por el prójimo, va dejando constancia escrita de las vivencias de otros pacientes, como Bridoso y su invierno de emigrante en Hamburgo, donde fue testigo de una trágica inundación, o Bessa, cuya travesía en el maltrecho Ponta do Sol por el Mar del Norte acabó en naufragio. Y entre estas vicisitudes y las de otros personajes —todos con su pasado a cuestas— que pueblan la clínica Dantas, va urdiendo una narración caleidoscópica que le permite compensar carencias pretéritas.

Con El libro de las maravillas Fernando Clemot logra un entramado de voces que van solapándose hasta dar cuerpo a una historia única e insólita, una novela de novelas que constituye una rotunda apuesta por el poder reparador de la palabra.

EDUARDO IRIARTE


PRIMERA PÁGINA

Vuelve una y otra vez aquella danza de los limpiaparabrisas rechinando como patinadores y el cristal mojado fuera su pista de hielo. En esta terraza que da a la sierra, a oscuras, en mi cuarto, a la hora de dormir y en el baño; retorna el hermetismo de los limpiaparabrisas lanza, vestidos de negro, inclinados igual que el saltador que cuadra sus esquís antes de caer y hundirlos como cuchillos en la lengua de nieve. Los limpiaparabrisas son seres hieráticos y rutinarios, exactos como relojes o soles, con sus punteros enguantados en negro, elegantes también como dos caballeros de frac, son una pareja de luto riguroso; así bajaban los punteros como lanzas entonces, pam, pam, crujían sobre su lengua de hielo y fue entre dos de aquellos latidos que los vi sentados allí, en una repisa de cemento a la entrada del autogrill.

Llovía como el demonio en la autopista del Mediodía y yo venía huyendo de mi vida anterior. No veía casi nada porque la lluvia formaba una pequeña marea en el cristal. Reduje a primera al entrar en la gasolinera. Estaban allí: inmóviles bajo el alero del área de servicio, reparé en ellos nada más entrar en el párking pero su imagen se deshacía entre el agua como un ídolo de fango. Traté de apretar la mirada en aquella oscuridad pero con esa primera mirada apenas intuí dos cuerpos al refugio del alero del edificio...

Fragmento de El libro de las maravillas, de Fernando Clemot.

ÚLTIMA ESTACIÓN


Posiblemente las décadas que nos han tocado vivir sean las de transición hacia el imperio absoluto del medio audiovisual, de la muerte de la palabra sustituída por la imagen, por el vértigo seductor de lo explícito. 
Sin apenas reparar vivimos en una última estación de ambigüedad, átona y desabrida, poco antes de entrar en el reino caníbal de la imagen.

miércoles, 3 de agosto de 2011

GENEALOGÍA




Curioseando por internet creo haber encontrado el antepasado del que proviene mi apellido Clemot, que era el de mi madre y yo adopté para escribir. Sólo puede ser él: un apellido raro, un pueblo pequeño y el tal Jerónimo Alejo Clemot que vino de Francia a principios del XVIII. Voilà.

JOSEPH CLEMOT Y LARA

Nota: Sacerdote natural de Huete y bautizado en su parroquia de la Santísima Trinidad en 1741, hijo de Jerónimo Alejo Clemot, optense también y del estado general llano, originario de Francia y de Agustina de Lara. Fue profesor del seminario de San Julián, en Cuenca, y cura de Casasimarro, de cuyo tiempo se conoce carta del 28 de diciembre de 1800 dirigida desde allí al erudito jesuita Hervás y Pandero, exiliado en Roma, para felicitarle por el nuevo año, y comunicarle la caída del ministro Urquijo y las medidas antijansenitas del gobierno. Citado por el profesor Antonio Astorgano Abajo en Las cartas familiares de Hervás, como fuente de información lingüístico-literaria ( año 2006) 

El apoyo a las manifestaciones heréticas de la beata de Villar de Águila, Isabel Herráiz, le supuso un castigo por el Santo Oficio de la Inquisición con suspensión temporal del ejercicio sacerdotal.

-Vida, virtudes y favores celestiales de la venerable sierva de Dios María Jacinta de Enguídanos y Cuesta. Madrid, 1789. Edición facsímil en Cuenca, 1981, a cargo de la parroquia de San Juan Evangelista de Casasimarro.

-Discurso o apología contra el sínodo celebrado en Pystoya por Monseñor Scipón Richi. Impreso y desconocido.