jueves, 9 de julio de 2009

ENTREVISTA A MERCEDES CEBRIÁN




ENTREVISTA A MERCEDES CEBRIÁN
Por Fernando Clemot

Mercedes Cebrián (Madrid, 1971) ilustra uno de los escasos de un escritor que compagina con solvencia y éxito la narrativa y de la poesía. Tras un exitoso paso por el mundo de los premios literarios, Mercedes despertó la atención de uno de los mejores editores del país, Constantino Bértolo, que la incluyó en Caballo de Troya primero con su libro ( El malestar al alcance de todos, 2004) y posteriormente su poemario Mercado Común ( Caballo de Troya, 2006)
A Mercedes también le apasiona la música ( toca el clavecín) y le gusta hablar muy claro.



- Una pregunta rarilla para comenzar...Tenemos curiosidad en conocer como fue tu protohistoria literaria. Cuándo empezaste a escribir, las lecturas de juventud, cuándo te empiezas a plantear la literatura como una vocación irrenunciable...


El colegio es un lugar donde puedes ir viendo qué te gusta y qué no te gusta. Yo escribía redacciones y poemas a cambio de insectarios, herbarios y circuitos eléctricos que otra gente hacía para mí. En general, el lenguaje siempre me ha dado satisfacciones y me ha servido como lugar intangible de refugio: el aprendizaje de verbos irregulares ingleses, por ejemplo, me parece una lectura de juventud tan válida como las de Enid Blyton, que también me interesaban.
Respecto a la decisión de no renunciar a la literatura debo confesar que me costó mucho: ya bien avanzada la veintena dejé de postergar la escritura, hasta ese momento sepultada bajo actividades delirantes y/o tediosas que me ocupaban gran parte de mi tiempo. A menudo no dejamos que el verdadero deseo asome la cabeza y eso fue lo que me pasó a mí.

- Tu libro de cuentos El malestar al alcance de todos (Caballo de Troya, 2004) es tu primer acercamiento al gran público. ¿Cómo se fraguó El malestar...? ¿Hubo una temática central elegida antes de empezar a escribirla o ésta surgió sobre la marcha?

Yo escribía relato corto para un taller en el que participaba: era el género que más me gustaba leer y por lo tanto, el que más me interesaba abordar como escritora en un principio. Cuando recopilé unos cuantos, sin ninguna relación aparente, sí vi con claridad que en el fondo la había: todos ellos eran una especie de monólogos en primera persona; todos ellos transcurrían en la época actual y en ámbitos urbanos. A partir de esas premisas seguí elaborando el resto del libro. Los poemas vinieron más tarde.

- Nos gusta el título de este recopilatorio, nos parece abierto y sugerente. ¿Nos podrías dar un sentido profundo a este El malestar al alcance de todos?; ¿nos podrías dar unos hilos para imbricar el título a estos relatos?

El título remite un poco al de un libro de autoayuda, o de aprendizaje de técnicas u oficios, un hágalo-usted-mismo que, al contener la palabra “malestar”, resulta descabellado. Todos los personajes del libro padecen. Unos su propio carácter, otros las maldades que les hacen sus llamados “seres queridos”, otros las convenciones sociales arraigadas y difícilisimas de alterar… en fin, que cualquiera puede sufrir en la sociedad contemporánea del primer mundo sin necesidad de proponérselo mucho.

- Nos sorprende también que incluyas poemas en el cuerpo de un libro de relatos. ¿Cómo surge la idea? ¿Te cuesta separar las dos vocaciones o crees que son simplemente dos formatos para una experiencia única?

Me parece que son únicamente algunos poetas, que no escriben además narrativa, los que quieren defender con uñas y dientes su parcelita de poder, hacer creer al mundo que la escritura de ficción es una labor meramente artesanal que “mancha las manos”, mientras que su arte es nobilísimo y etéreo. Estoy un poco-bastante harta de esa fantasmada narcisista, así es que opto por la segunda respuesta implícita en la segunda pregunta: la poesía y la prosa son simplemente dos formatos para una experiencia única. La idea de incluir poemas en el cuerpo del libro partió de mi editor, Constantino Bértolo, al que le gustó una colección de poemas que tenía escritos y que le mostré. A ambos nos pareció que iría bien intercalarlos de forma irregular a lo largo del libro. Yo los veo como pausas casi publicitarias para descansar un poco de la verborrea que gastan los narradores de los diferentes relatos.

- ¿Qué sabor ha dejado El malestar al alcance de todos? ¿Te sientes valorada por tu obra? ¿Ha cumplido con tus expectativas previas?

Creo que, a no ser que uno/a busque deliberadamente escribir un best-seller para hacer dinero con él, la publicación de un libro le sirve al autor al igual que un catálogo de una exposición individual le sirve a un artista visual. Es su tarjeta de presentación y le ayuda a hacerse un poco más visible. En ese sentido, estoy satisfecha con los resultados obtenidos con El malestar, y también en otro: gracias al libro he conocido y, digamos, “frecuento” a escritores que en su día me interesaban mucho y a los que no sabía cómo acceder.

- Recientemente has publicado el libro de poemas Mercado común (Caballo de Troya, 2007) ¿Qué es Mercado común? ¿Qué nexos podemos encontrar entre este libro y el anterior libro de cuentos?

Mercado Común tiene un lado privado del que no hablaré (yo creo que todos los libros tienen un porcentaje de “lado privado” que sólo ha de conocer su autor) y otro más público que podría ser mi reflexión sobre qué significa haber nacido en España y, por lo tanto, haber recibido una educación “española”. La pregunta implícita sería “¿de qué somos fruto?”, así en primera persona de plural. También es importante en el libro la idea de Europa, de calibrar nuestro nivel de “europeidad”, de hurgar un poco en qué quiere decir “ser europeos”.
Los nexos con el libro anterior han de estar ahí, supongo, aunque mi idea es no repetirme mucho y que cada libro sea muy diferente del anterior.

- Nos llama también la atención las listas de objetos que publicabas en las páginas de Culturas de La Vanguardia. ¿Le podrías dar un sentido a estas listas?

Me gusta enumerar, clasificar, hacer listas. De hecho, Perec, que era también aficionado a abarcarlo todo a través del lenguaje (de ahí su “Intento de agotamiento de un lugar parisino”, por ejemplo), es uno de mis escritores favoritos y, claramente, una de mis influencias. Cuando vi que en el Cultura/s tenían esa sección de “rankings” quise participar y en la redacción del suplemento me dieron la oportunidad. Me podría pasar la vida haciendo listas de ese tipo, con un pequeño comentario sobre cada elemento, pero la sección desapareció, a mi pesar.

- Y lo que viene...Parece que tras un libro de poesía y uno de cuentos le llega el turno a una novela. ¿Estás pensando en ello o prefieres abordar otros proyectos antes?

No creo que haya novela por el momento. Cada vez soy peor lectora de novelas: me aburro, las dejo por la mitad, no puedo seguir bien la trama…, por lo tanto sería una majadería escribir una.
Me interesa cada vez más la no-ficción, la narrativa de viajes, la crónica… por ahí van los tiros.


SOBRE NARRATIVA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA

-Algunos críticos de prestigio ( Fernando Valls, Domingo Ródenas...) han advertido con preocupación cierta tendencia a la despreocupación estilística en los narradores noveles. ¿Estarías de acuerdo con esta afirmación? ¿Es cierta relajación estética un sello de la narrativa contemporánea española?


¿Qué quiere decir “estilo” en este caso? Porque la “relajación estética”, que no acabo de estar segura de lo que es (imagino que algo relacionado con un uso más pobre del lenguaje, con menor variedad de palabras, menor cantidad de adjetivos quizá, un tono más coloquial, frases más cortas, más “carverianas”…), probablemente sea una opción estilística consciente por parte de esos narradores. O quizá no (es que no sé de quién hablamos en concreto), quizá sea, esta vez sí, una muestra de la cantidad de descerebrados nacidos en democracia que publican hoy libros en España.

- ¿Qué opinas del peso temático y estilístico que ha ido adquiriendo la literatura norteamericana ( en obras de Eduardo Lago, Loriga, Fernández Mallo, en la catalogada como “Generación Nocilla”...) en la narrativa española de los últimos años? ¿Qué opinión te merece este último movimiento bautizado como “Generación Nocilla”?

No me parece un problema que existan influencias venidas de otros países: ya que aquí ha prevalecido durante tanto tiempo el “que inventen ellos”, habrá entonces que buscar fuera las novedades estéticas, no nos queda otra. Quizá se trate entonces de adaptar esas influencias a la lengua de cada uno.
Respecto a la generación Nocilla, tampoco creo que haga falta darle tantas vueltas: un grupo de gente con ciertas afinidades literarias ha sido apodado así por una periodista cultural. No consigo ver nada más allá de eso, lo siento.

-Hemos dedicado este número y el anterior a conseguir una instantánea de la literatura española. ¿Qué aspectos destacarías de estos últimos años? ¿Podrías señalarnos algunos autores u obras que consideres imprescindibles?

Veo que en la narrativa hay un interés mayor por la tecnología, y no me refiero a decir “Fulanito encendió el móvil” o “Menganita encontró un mail de Ramón en su bandeja de entrada”, me refiero a que la tecnología empieza a ser un tema de la literatura en castellano, que, dentro de España, es de la que puedo hablar con cierto conocimento.
Autores que me interesan: tengo como objetivo leer a Kiko Amat y a Javier Pastor, del que he ojeado sólo unas páginas que me han parecido espectaculares. Me gustan mucho Eloy Tizón, Hipólito Navarro, Quim Monzó y Andrés Barba en narrativa, y estoy descubriendo ahora a Óscar Esquivias. Ah, y Belén Gopegui también ha sido un referente importante para mí. En poesía leo con interés a Julieta Valero, Patricia Esteban, Abraham Gragera, Carlos Pardo, Mariano Peyrou, Olvido García-Valdés…



Gracias, Mercedes...

Entrevista publicada por la revista Paralelo Sur ( núm.6. Barcelona, abril de 2008)

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