ENTREVISTA BASILIO LOSADA Y PILAR LÓPEZ BEDATE.
CHARLA SOBRE GRANDE SERTÃO: VEREDAS de João Guimarães Rosa.
A cargo de Jordi Gol
Coincidiendo con la celebración del 50 aniversario de la publicación de Grande Sertão: Veredas y con el cuadragésimo aniversario de la magna traducción de
Ángel Crespo al español hemos tenido el privilegio de reunir a dos figuras de nivel: Basilio Losada, uno de los mayores experto de literatura en lengua portuguesa y Pilar López Bedate, escritora y viuda de Ángel Crespo. Ha sido una verdadera gozada poder compartir con ellos esta charla.
Basilio Losada : En relación a Grande Sertao he de decir que escribí hace muchos años una historia de la literatura brasileña que se publicó en fascículos en América del Sur y aquí que yo sepa no llegó nunca. Me llegaron unos cuantos fascículos de esta historia. En esta publicación, durante bastantes páginas está mi opinión sobre Guimaraes Rosa...
Pilar G.Bedate: De eso tenemos que hablar empieza tú mismo Basilio...
BL: ¿Está ya en marcha el aparato?
Jordi Gol: Lo está...
PGB: A mí me gustaría también hablar sobre cómo conocí personalmente a Guimaraes Rosa y la relación de Ángel y yo con él.
BL: Yo no lo conocí personalmente así que deberías empezar tú... Parece más interesante que sea así...
PGB: Pensaba que lo habías conocido.
BL: No es así...Él murió en 1967, más o menos el año en que yo entré en la universidad... No, yo entré en esta universidad en el 1958, bastante antes. Pero coincidieron sus últimos años con mis primeros años de actividad docente que no estaba siquiera orientada hacia Brasil. Fue una pequeña curiosidad cómo descubrí la literatura brasileña. Cierto día, en una librería de antiguo de la calle Aribau, vi un libro de un autor en aquel momento desconocido para mí. El autor era Jorge Amado y el libro se titulaba “Os velhos marineiros”. Lo leí fascinado. Aquella historia me encantó. Llevé ese libro luego a editores amigos y les decía: “Este es un gran libro”. Pero no había interés. No había obra de Jorge Amado en España. Aquí era imposible encontrar nada. Los editores me decían que con ese nombre no se venderá nada porque parece el nombre de un desconocido autor español que escribe su primera obra y todos lo rechazaron. Hasta que fui director literario de una editorial, la editorial Caralt, y entonces allí me di el gusto de traducir y publicar la obra de Jorge Amado. Esa fue mi primera aproximación a esta literatura. Luego con el paso de los años el autor de este libro fue un grande y generoso amigo mío.
Tras este primer contacto con la literatura brasileña de Guimaraes Rosa luego me llegaron noticias, anécdotas indirectas pero nunca llegué a conocerlo personalmente.
PGB: Yo tengo el recuerdo vivísimo de cuando nos conocimos Basilio y yo con Ángel, mi marido, que fue una comida en el Botafumeiro[1] en que nos presentaron. Cuando vio a Ángel dijo: “Cómo me alegro de conocerte porque tú eres el traductor de una novela que era prácticamente intraducible que era Gran Sertao: Veredas”
BL: Y desde entonces lo he repetido muchas veces. La actualidad de la literatura brasileña ha cambiado mucho como ha cambiado el Brasil. A mí me interesaba mucho la oralidad. Estudiaba la oralidad en la literatura gallega y yo había vivido un mundo de literatura oral en mi aldea. Allí nos reuníamos alrededor del fuego, niños y grandes y los mayores contaban historias. Estas historias eran los signos de identidad de la tribu para los niños. Esto tiene que ver con Grande Sertao. Por ejemplo mi tío, muerto ya hace tiempo, era un gran narrador y contaba la historia de dos niños que iban al colegio que estaba a seis kilómetros del lugar. Había que cruzar bosques y vieron en uno de ellos a un hombre que iba cargado con un haz de leña. Se burlaron de él y dijeron: “¡Viejo!” y se burlaron bastante de él. Entonces el viejo hizo un gesto con la mano y los dos niños se convirtieron en dos cerezos, los dos árboles que hay junto a un puente. Y entonces los niños cuando veíamos a un viejo cargado le decíamos: “Señor, ¿quiere que le ayude?” Era la mitificación de dos árboles, dos árboles a los que les dimos nombres de niños: uno se llamaba Genaro y el otro se llamaba Daniel y hablábamos con ellos. Al volver de la escuela les contábamos las perrerías que nos había hecho la maestro. Teníamos con ellos una relación de amistad pero lo que nos había transmitido aquella narración era lo que debía ser nuestra conducta con un hombre mayor. A partir de ahí me interesó la literatura brasileña por lo que tenía de oralidad. Eso era entonces, hoy en día su base ya no es la oralidad. Hoy en día hay formas literarias muy diversas. Por ejemplo Moacyr Scliar por ejemplo está revisando los viejos mitos del Judaísmo a través de la literatura. Lo que eran los mitos transmitidos por su familia de judíos ucranianos. Clarice Lispector, por su parte, hace un esfuerzo para entrar en el último rincón del alma femenina, probablemente como no lo ha hecho nadie en ninguna literatura... Luego vendría Guimaraes Rosa, pero yo no lo conocí, por eso es mejor que hable Pilar de esa experiencia
PGB: Yo había entrado en contacto con Guimaraes Rosa a través de la Revista de Cultura Brasileña y teníamos Ángel y yo una relación epistolar muy directa con él, ya que era gran amigo de Joao Cabral de Melo...
BL: Cabral de Melo era Cónsul aquí en Barcelona y sí que lo conocí...
PGB: Sí, y Cabral que fue junto a Ángel el creador de la Revista de Cultura Brasileña nos puso enseguida en contacto con él. Ángel tradujo entonces un cuento de Guimaraes que se llama “El caballo que bebía cerveza” que apareció en 1963 en un número de la revista. A Guimaraes le encantó aquella traducción y poco después, cuando se trató con la editorial Seix Barral de publicar Grande Sertao Guimaraes puso como condición que fuese Ángel quien lo tradujese. Ángel lo tradujo encantado, sabiendo también a lo que se enfrentaba, ese lío tremendo, aunque para él fue una experiencia muy gozosa, disfrutaba traduciendo aquella cosa tan endemoniada. Cuando lo estaba traduciendo, que tardó su tiempo, tuvimos una invitación para ir a Brasil que nos facilitó el propio Guimaraes porque nos pagó unas becas para que estuviésemos unos meses en el Brasil y conociésemos directamente la gente con que nos escribíamos y teníamos relación.
En ese viaje, que fue en 1965, una de las primeras cosas que hicimos fui ir a visitar a Itamaratí a Guimaraes Rosa, a conocerle directamente. Tengo un recuerdo imborrable: nos recibió un señor muy corpulento, solemne- Ángel decía que parecía un obispo o un mago- con un cariño indescriptible. Abrazó a Ángel con una efusividad enorme...
BL: Esa es la cordialidad brasileña; yo he gozado de ella muchas veces. Incluso ahora un escritor de Fortaleza va a sacar en septiembre una monumental biografía novelada del conde de Lautreámont, un señor encantador... La cordialidad es una de las virtudes de la vida social brasileña...
PGB: Sí, incluso a mí me cogió de las manos, me miraba a los ojos. Recuerdo que aquella primera vez nos preguntó: “Os senhores namoran?” porque entonces no estábamos casados. Fue una pregunta inmediata y Ángel contestó que sí. Se estableció una relación muy familiar, pidió café, hablaron de la traducción y antes de irnos nos dijo: “Deben conocer el Sertón. El Sertón de mi novela, el Sertón de Guimaraes Rosa” Era curioso porque él hablaba de él mismo en tercera persona y eso era posiblemente lo que le daba cierta semejanza con un obispo. Luego nos dijo:”Vuelvan enseguida, por favor” y ya cuando nos íbamos a despedir detiene a Ángel y le dice: “Vocé, acredita en el diablo" y Ángel le contestó: “As veces” y parece que entonces se le quitó un peso de encima y entonces le dijo que podía traducir todo lo que quisiera de él, sin pedir permiso, no me tiene que consultar.
CHARLA SOBRE GRANDE SERTÃO: VEREDAS de João Guimarães Rosa.
A cargo de Jordi Gol
Coincidiendo con la celebración del 50 aniversario de la publicación de Grande Sertão: Veredas y con el cuadragésimo aniversario de la magna traducción de
Ángel Crespo al español hemos tenido el privilegio de reunir a dos figuras de nivel: Basilio Losada, uno de los mayores experto de literatura en lengua portuguesa y Pilar López Bedate, escritora y viuda de Ángel Crespo. Ha sido una verdadera gozada poder compartir con ellos esta charla.
Basilio Losada : En relación a Grande Sertao he de decir que escribí hace muchos años una historia de la literatura brasileña que se publicó en fascículos en América del Sur y aquí que yo sepa no llegó nunca. Me llegaron unos cuantos fascículos de esta historia. En esta publicación, durante bastantes páginas está mi opinión sobre Guimaraes Rosa...
Pilar G.Bedate: De eso tenemos que hablar empieza tú mismo Basilio...
BL: ¿Está ya en marcha el aparato?
Jordi Gol: Lo está...
PGB: A mí me gustaría también hablar sobre cómo conocí personalmente a Guimaraes Rosa y la relación de Ángel y yo con él.
BL: Yo no lo conocí personalmente así que deberías empezar tú... Parece más interesante que sea así...
PGB: Pensaba que lo habías conocido.
BL: No es así...Él murió en 1967, más o menos el año en que yo entré en la universidad... No, yo entré en esta universidad en el 1958, bastante antes. Pero coincidieron sus últimos años con mis primeros años de actividad docente que no estaba siquiera orientada hacia Brasil. Fue una pequeña curiosidad cómo descubrí la literatura brasileña. Cierto día, en una librería de antiguo de la calle Aribau, vi un libro de un autor en aquel momento desconocido para mí. El autor era Jorge Amado y el libro se titulaba “Os velhos marineiros”. Lo leí fascinado. Aquella historia me encantó. Llevé ese libro luego a editores amigos y les decía: “Este es un gran libro”. Pero no había interés. No había obra de Jorge Amado en España. Aquí era imposible encontrar nada. Los editores me decían que con ese nombre no se venderá nada porque parece el nombre de un desconocido autor español que escribe su primera obra y todos lo rechazaron. Hasta que fui director literario de una editorial, la editorial Caralt, y entonces allí me di el gusto de traducir y publicar la obra de Jorge Amado. Esa fue mi primera aproximación a esta literatura. Luego con el paso de los años el autor de este libro fue un grande y generoso amigo mío.
Tras este primer contacto con la literatura brasileña de Guimaraes Rosa luego me llegaron noticias, anécdotas indirectas pero nunca llegué a conocerlo personalmente.
PGB: Yo tengo el recuerdo vivísimo de cuando nos conocimos Basilio y yo con Ángel, mi marido, que fue una comida en el Botafumeiro[1] en que nos presentaron. Cuando vio a Ángel dijo: “Cómo me alegro de conocerte porque tú eres el traductor de una novela que era prácticamente intraducible que era Gran Sertao: Veredas”
BL: Y desde entonces lo he repetido muchas veces. La actualidad de la literatura brasileña ha cambiado mucho como ha cambiado el Brasil. A mí me interesaba mucho la oralidad. Estudiaba la oralidad en la literatura gallega y yo había vivido un mundo de literatura oral en mi aldea. Allí nos reuníamos alrededor del fuego, niños y grandes y los mayores contaban historias. Estas historias eran los signos de identidad de la tribu para los niños. Esto tiene que ver con Grande Sertao. Por ejemplo mi tío, muerto ya hace tiempo, era un gran narrador y contaba la historia de dos niños que iban al colegio que estaba a seis kilómetros del lugar. Había que cruzar bosques y vieron en uno de ellos a un hombre que iba cargado con un haz de leña. Se burlaron de él y dijeron: “¡Viejo!” y se burlaron bastante de él. Entonces el viejo hizo un gesto con la mano y los dos niños se convirtieron en dos cerezos, los dos árboles que hay junto a un puente. Y entonces los niños cuando veíamos a un viejo cargado le decíamos: “Señor, ¿quiere que le ayude?” Era la mitificación de dos árboles, dos árboles a los que les dimos nombres de niños: uno se llamaba Genaro y el otro se llamaba Daniel y hablábamos con ellos. Al volver de la escuela les contábamos las perrerías que nos había hecho la maestro. Teníamos con ellos una relación de amistad pero lo que nos había transmitido aquella narración era lo que debía ser nuestra conducta con un hombre mayor. A partir de ahí me interesó la literatura brasileña por lo que tenía de oralidad. Eso era entonces, hoy en día su base ya no es la oralidad. Hoy en día hay formas literarias muy diversas. Por ejemplo Moacyr Scliar por ejemplo está revisando los viejos mitos del Judaísmo a través de la literatura. Lo que eran los mitos transmitidos por su familia de judíos ucranianos. Clarice Lispector, por su parte, hace un esfuerzo para entrar en el último rincón del alma femenina, probablemente como no lo ha hecho nadie en ninguna literatura... Luego vendría Guimaraes Rosa, pero yo no lo conocí, por eso es mejor que hable Pilar de esa experiencia
PGB: Yo había entrado en contacto con Guimaraes Rosa a través de la Revista de Cultura Brasileña y teníamos Ángel y yo una relación epistolar muy directa con él, ya que era gran amigo de Joao Cabral de Melo...
BL: Cabral de Melo era Cónsul aquí en Barcelona y sí que lo conocí...
PGB: Sí, y Cabral que fue junto a Ángel el creador de la Revista de Cultura Brasileña nos puso enseguida en contacto con él. Ángel tradujo entonces un cuento de Guimaraes que se llama “El caballo que bebía cerveza” que apareció en 1963 en un número de la revista. A Guimaraes le encantó aquella traducción y poco después, cuando se trató con la editorial Seix Barral de publicar Grande Sertao Guimaraes puso como condición que fuese Ángel quien lo tradujese. Ángel lo tradujo encantado, sabiendo también a lo que se enfrentaba, ese lío tremendo, aunque para él fue una experiencia muy gozosa, disfrutaba traduciendo aquella cosa tan endemoniada. Cuando lo estaba traduciendo, que tardó su tiempo, tuvimos una invitación para ir a Brasil que nos facilitó el propio Guimaraes porque nos pagó unas becas para que estuviésemos unos meses en el Brasil y conociésemos directamente la gente con que nos escribíamos y teníamos relación.
En ese viaje, que fue en 1965, una de las primeras cosas que hicimos fui ir a visitar a Itamaratí a Guimaraes Rosa, a conocerle directamente. Tengo un recuerdo imborrable: nos recibió un señor muy corpulento, solemne- Ángel decía que parecía un obispo o un mago- con un cariño indescriptible. Abrazó a Ángel con una efusividad enorme...
BL: Esa es la cordialidad brasileña; yo he gozado de ella muchas veces. Incluso ahora un escritor de Fortaleza va a sacar en septiembre una monumental biografía novelada del conde de Lautreámont, un señor encantador... La cordialidad es una de las virtudes de la vida social brasileña...
PGB: Sí, incluso a mí me cogió de las manos, me miraba a los ojos. Recuerdo que aquella primera vez nos preguntó: “Os senhores namoran?” porque entonces no estábamos casados. Fue una pregunta inmediata y Ángel contestó que sí. Se estableció una relación muy familiar, pidió café, hablaron de la traducción y antes de irnos nos dijo: “Deben conocer el Sertón. El Sertón de mi novela, el Sertón de Guimaraes Rosa” Era curioso porque él hablaba de él mismo en tercera persona y eso era posiblemente lo que le daba cierta semejanza con un obispo. Luego nos dijo:”Vuelvan enseguida, por favor” y ya cuando nos íbamos a despedir detiene a Ángel y le dice: “Vocé, acredita en el diablo" y Ángel le contestó: “As veces” y parece que entonces se le quitó un peso de encima y entonces le dijo que podía traducir todo lo que quisiera de él, sin pedir permiso, no me tiene que consultar.
BL: Es la presencia del Mal enfrentada al Bien que se encuentra en cualquier rincón de Gran Sertao. Si me preguntara si yo creo en el Diablo le diría una frase que le oí a mi padre, que murió cuando yo tenía 8 años. La anécdota es la siguiente: la primera vez que fui al colegio, un colegio de monjas, las profesoras me dijeron “irás al infierno”. Yo no sabía que era el infierno pero me lo explicaron con detalle. Al llegar a casa le pregunté a mi padre si existía el infierno y él me dijo que sí. Pero... ¿hay fuego? y él me dijo que sí pero que uno se acostumbraba a todo.
PGB: (Risas) Está muy bien lo que cuentas...
BL: O sea que al cabo de tres meses ya te arreglas. Un gran escritor gallego-argentino llamado Luis Seoane decía que el diablo es un buen muchacho pero que tiene mal carácter, que hay que saberlo tratar. Yo creo que la pregunta del escritor iba por ahí, yo no sé si Guimaraes Rosa creía en un diablo con rabo y cuernos.
PGB. En el Diablo creía, con cuernos o no, no lo sé pero creía...
BL: Una personificación del Mal es algo que podemos admitir todos, ahora el Diablo como personaje es una metáfora.
PGB: Quizá en la personificación no pero él creía. Por su vida, por una serie de cosas que le habían sucedido. Además también por una confidencia que nos hicieron las hijas de un filólogo amigo suyo, Miguel Prousel. Nos contaron que se reunían muchas noches Guimaraes Rosa y Prousel y hablaban durante horas del Diablo, hablaban y hablaban y acababan muertos de miedo e incluso se tenía que quedar a dormir en casa de Prousel porque no quería volver a casa y dormir solo.
BL: De esos terrores con habilidad profesional los escritores hilvanan grandes relatos. He conocido gran cantidad de escritores a los que aterrorizaba cualquier cosa, especialmente la muerte. Hay una ingente cantidad de obras literarias nacidas por la obsesión con la muerte. Yo miedo a la muerte no tuve hasta que llegué a viejo pero he de decir que ahora sí me persigue, me persigue de una manera muy especial. Por ejemplo: estoy vendiendo mi biblioteca, la estoy vendiendo por partes, y he vendido ya los primeros veinte mil volúmenes a la Xunta. Ahora voy a vender todo lo que tengo de libros de arte, unos diez mil, tengo que abandonar las cosas para salir de aquí ligero de equipaje. ¿Qué voy a hacer con treinta mil volúmenes cuando me muera? No me lo puedo llevar y menos al infierno... Me interesa lo del miedo al infierno, si...
PGB: Más que miedo al infierno creo que es el miedo al Mal, al Destino. Tú sabes la historia de cómo murió Guimaraes Rosa.
BL: Pues no, no la sé....
PGB: Cómo murió enlaza con el tema del destino, de la predestinación, de la posible acción del Diablo. Nosotros vivimos el asunto muy directamente, Ángel y yo, porque estando en Río fuimos a la Académia de la Lengua a la toma de posesión de un académico, algunos amigos nuestros, todos vestidos de académicos, con su birrete... Entre todos ellos estaba Guimaraes Rosa pero vestido de chaqué. Nos extrañó mucho esto. Estábamos cerca de Manuel Bandeira y Ángel le preguntó porqué Guimaraes no lleva el traje de académico y éste le dijo: “Mejor le preguntan a Jorge Amado que les explicará mejor” Al final no sé si fue Jorge Amado o quién pero nos contaron que desde joven Guimaraes estaba muy impresionado porque le había leído el destino una bahiana y le había profetizado que sería un escritor muy famoso pero que no entrase en la Academia Brasileña de las Letras porque si lo hacía moriría pronto. Y como se había cumplido la parte de escritor famoso estaba ahí, sin saber si entrar o no en la Academia, echándole un pulso a un destino que creía definido. Había aceptado ser académico pero no había tomado posesión. Era en año 1965. Dos años después nos fuimos a Puerto Rico, fue el mismo año en que apareció la traducción de Grande Sertao en español, y en un periódico de los domingos de Puerto Rico, “El mundo”, leímos que un académico había muerto tras tomar posesión en la academia. Ángel y yo nos miramos y los dos pensamos que era Guimaraes. Así fue. Es conocido. Por lo visto había muerto al día siguiente de tomar posesión.
BL: Parece increíble como un incidente biográfico, una actitud, puede reflejarse de forma extraña en la obra. Es el terror de Riobaldo que vive atormentado por su pacto con el Diablo. Muchas veces pueden funcionar los recuerdos, de hecho todo escritor tiene sus obsesiones. Hay misterios en la creación literaria, cuando aflora en mundo infantil, si conociéramos la infancia de algunos grandes escritores conoceríamos mucho mejor su obra...
PGB: Yo creo que en realidad la “gran literatura” es vida, nada más, vida transformada por el arte pero vida.
BL: El escritor muchas veces narra anhelos no realizados, se escribe para mostrar anhelos que él no ha podido realizar. Yo posiblemente odio escribir porque todos mis deseos los he realizado. (Risas) Pero volviendo a Gran Sertao pienso en Riobaldo aterrorizado por el pacto con el Diablo. Podría ser perfectamente el reflejo de una pesadilla infantil. Los niños tienen enormes pesadillas, yo de adulto no he tenido, pero de niño era horrible... Aquella mujer bahiana que le leyó la vida a Guimaraes...
PGB: Te puedo contar una anécdota en relación a las bahianas... Comentando luego con el Embajador lo que había sucedido nos contó que un chico de la embajada se había reído de las historias de las bahianas y les contó que le habían profetizado que moriría ahogado en una gran ciudad. Se reía y decía: “Mucho tendría que llover...” Bien, pues murió ahogado en Haití, en Puerto Príncipe, siendo muy joven, en una riada.
BL: La vida es un cúmulo de azares y de misterios... Hay circunstancias que rebosan nuestro pensamiento lógico. Se ha buscado una explicación racional al mundo de las brujas y es que el centeno produce un hongo llamado el cornezuelo del centeno que es un poderoso alucinógeno. Gente que comía pan de centeno sin refinar tenía grandes alucinaciones. En mi aldea íbamos a los campos de centeno a buscar el cornezuelo, lo comíamos y teníamos la sensación de que volábamos. Hasta que se enteró el maestro y ... La bruja nos provoca desasosiego, un hondo misterio. Ahí estaba la lectura de la mano. Él debía tener una tendencia por sus estudios al racionalismo pero a la vez tenía la deslumbración que produce el misterio. El misterio es siempre qué va a pasar luego: la muerte. Los cristianos deberían morir contentos pero no se conoce a nadie que haya muerto contento... Sigamos penetrando en el mundo de los sueños, de las obsesiones de Guimaraes Rosa.
PGB: Contaré un hecho curioso relacionado... Nosotros queríamos conocer el Sertón pero no teníamos demasiado dinero, no teníamos coche, las distancias allí son enormes. Íbamos peregrinando por las universidades que nos invitaban y así estuvimos en Belo Horizonte y después teníamos que ir a Brasilia. De Belo Horizonte a Brasilia decidimos ir en autobús y fue la ocasión de conocer al sertón ya que a mitad de viaje se estropeó el autobús. Allí tuvimos que esperar siete horas, en pleno sertón. Paseamos con unos japoneses, Ángel con una emoción casi mística, nos encontramos una casa de adobe, con una sertanelha, estuvimos hablando un buen rato con aquella señora. Nos invitó a comer. Nos explicó la historia de su familia. Ángel decía que aquella señora hablaba como Guimaraes, como Riobaldo, estaba fascinado... Todo tenía magia. Comimos pollo con harina y nos dio unas naranjas que peló con un machete. Fuimos a una taberna luego, muy humilde, nos ofrecieron cachaça con hierbas y en el curso de la conversación nos propusieron que nos quedáramos a trabajar en el sertón y Ángel casi convencido. Nos ofrecían que nos quedáramos de maestros para los niños y Ángel convencido que era el mejor lugar para quedarse a acabar de traducir Gran Sertón: Veredas. Luego se enfadó porque no le dejé y lo persuadí.
BL: Esa era la maravilla de Brasil. Es una pena porque esas cosas están cambiando muy rápidamente. Según viví y me contó un amigo viajar por Brasil en esas largas distancias puede dar origen a una novela genial. Esto era un profesor de Granada, casado con una brasileña, que tenía que ir a una ciudad de Gran Pessoa ¿?? No se si es un viaje de 3000 kilómetros. Lo que le ocurrió en ese viaje da para una novela. Resulta que en una de aquellas carreteras misteriosas la persona que tenía al lado murió, dio un respingo y quedó muerto. Él fue y habló con el conductor del autobús y le dijo que había muerto su compañero de asiento. El conductor le dijo que no podían parar ya que tenían que cruzar el río en una balsa y si no la cogían a cierta hora tenían que coger la balsa del día siguiente. Entonces tuvo que hacer ese viaje de horas con el muerto al lado... Me contó que sacó un periódico y de vez en cuando lo miraba. Cuando al fin la gente del autobús se dio cuenta que había un muerto obligaron al conductor a parar en un jardín. Recogieron infinidad de flores y se las pusieron al muerto. Empezaron a cantar, cantos funerarios yorubas y africanos. Entonces mi colega iba como deslumbrado e hipnotizado.... Esta es la maravilla, la grandeza de Brasil, de la literatura brasileña. A mis alumnos les he contado muchas historias mías en Brasil alucinantes y maravillosas... Pero sigamos con Guimaraes... Hablemos de ese horror ante al misterio. Hay gente que no es que se sienta cómoda, ni feliz, pero siente la profundidad del misterio.
PGB: Pero Guimaraes Rosa, con todo este horror o respeto, era una persona extremadamente optimista. Irradiaba energía, de ahí la comparación que le hizo Ángel con un mago o un obispo, un obispo bueno, claro... Tenía una fuerza casi mágica, un enorme poder de transmisión de la palabra, de crear magia de ella...
BL: Eso que comentas nos trae de nuevo a la memoria Grande Sertao, el enorme poder de transformación de la realidad que tiene la palabra, a menudo independientemente de la voluntad de quien está hablando. El poder de dar una profundidad a la realidad y en último término nos encontramos siempre con las preguntas eternas. Poder inmenso...
PGB: La palabra sirve para variar el curso de las acciones. En la vida de Guimaraes Rosa hay otra historia relacionada que quiero que sea la última que cuente ya que mis recuerdos de él están muy concentrados...Cuando llegamos a Brasil Guimaraes ya era una figura muy reconocida, se hablaba mucho de él como de una leyenda, corrían multitud de anécdotas sobre él. Una de las cosas que nos contaron, gente del mundo de las letras, era que Guimaraes, que era diplomático, tenía el título de Embajador de Fronteras. Había tenido este título porque le había ganado una guerra al Uruguay, en un contencioso de frontera, y por lo visto hablando lo consiguió. Estaban las tropas de los dos países dispuestas a un lado y otro de la frontera y Guimaraes estuvo más de siete horas hablando con el comandante uruguayo... Esta era una de las historias que corrían sobre él...
BL: Esto nos hace volver al inmenso poder de la palabra. En Grande Sertao, en un monólogo enorme, Riobaldo tiene como única obsesión despertar la atención del que le está escuchando. No dejarle intervenir pero mantener abierta su atención. Necesita Riobaldo un oyente, únicamente eso... Otra cosa muy interesante son los infinitos saberes que se transparentan en esta obra magna. Hay temas que nacen y desaparecen... Tiene unos conocimientos enormes de Botánica y Zoología, conocimientos de Teología, de simbología, de alquimia. El libro es una verdadera enciclopedia.
Jordi Gol: Como señala el profesor Uteza también está muy presente la filosofía oriental. Su ponencia en las Jornadas puso de manifiesto esta vertiente de la obra que por lo que se sabe está además señalada por el propio Guimaraes Rosa...
BL: Hay una sabiduría enciclopédica perfectamente adaptada a ese inmenso tapiz de vida que es Grande Sertao: Veredas. Es una descripción maravillosa de la vida del Brasil Interior. No hay material de acarreo, ni citas cogidas por los pelos. Hay un microcosmos que es reflejo de un macrocosmos: la presencia del misterio, del mal... Combatir el misterio del silencio con la palabra. Lo que Riobaldo no podría soportar sería tener que oír al otro. Hay una clave en la novela: él expulsa sus demonios interiores. Hay un monólogo más dirigido hacia él mismo que hacia el exterior... Grande Sertao plantea un problema en el que podemos entrar: ¿por qué una obra clave de la literatura occidental(a la altura de cualquiera, una obra digna de Proust, una de las cuatro o cinco obras más grandes del siglo XX...) no ha llegado a un público mayoritario?
PGB: El mundo de la difusión literaria es complicadísimo... Una contestación que se le puede ocurrir a alguien es que es un libro de difícil lectura pero también lo sería Proust, o Joyce y su Ulises...
BL: Yo creo que el problema es que la literatura brasileña es una literatura fuera de circuito. Es decir: se traduce cualquier obra mediocre publicada en inglés, alemán, francés... pero me he dado cuenta en mi faceta de editor que el portugués se coloca muy mal... Me pasó con Jorge Amado, me pasó hasta con Saramago. Fui a hablar con Pere Gimferrer que me comentó que sabía que era un gran escritor portugués pero que lo portugués no se vendía. Entonces me pregunto qué otros libros había escrito y yo le contesté que “El año de la muerte de Ricardo Reis” y entonces me dijo que Pessoa sí que vende: será mejor que publiquemos primero “El año de la muerte de Ricardo Reis” y si sale bien publicamos entonces “Memorial del convento”. Es una literatura que desdichadamente está fuera del circuito internacional...
PGB: Sigue pasando: hay dos o tres autores pero luego hay un enorme desconocimiento. Está Saramago, Lobo Antunes y el resto no aparece...
BL: A mí me ocurre que si voy a una universidad extranjera para hablar sobre literatura portuguesa y digo que quiero hablar sobre Cesáreo Verde me preguntan: ¿por qué no sobre Pessoa? Es como un agujero negro, toda la literatura portuguesa. En el caso de Guimaraes Rosa hay un problema adicional para su difusión: es muy difícilmente traducible. La traducción de Ángel Crespo es la mejor traducción que se puede imaginar junto con la traducción alemana que también está muy bien. El alemán es una lengua en la que se puede trabajar caóticamente y para Grande Sertao esta cualidad del alemán resulta muy beneficiosa. La oralidad del original pese a estas traducciones excelsas no se llega nunca a reproducir. En algunos autores ocurre que hay traducciones que pueden ser superiores al original pero en la oralidad no, la oralidad es intraducible. Yo he traducido mucho: más de ciento cincuenta libros y a mí me han traducido una novela que escribí porque tenía que pagar una multa con Hacienda. Por lo que ellos llamaban una evasión de impuestos... Un editor me propuso que si yo le escribía una novela en veinte días él me pagaba aquella multa. Luego fue traducida al portugués y al italiano. Son dos traducciones estupendas pero lo que ocurre es que mucho de lo que aparece allí son vivencias mías de forma directa o indirecta y cuando las leo en otra lengua las veo traducidas a conceptos. Esto es lo que hace que traducir buena poesía sea prácticamente imposible... Yo hablo por ejemplo de mi lengua, el gallego, que es una lengua inmensamente rica para su mundo, para el mundo rural y campesino pero inmensamente pobre para el mundo moderno, el mundo de la mecánica y la tecnología donde se han de coger del castellano. Por ejemplo mi abuelo, y esta es la esencia de la oralidad, está integrada en un mundo, en un paisaje... Ella nunca utilizó la palabra caminho ( camino), únicamente la utilizaba en frases hechas ( “ven de caminho”) pero cuando tenía que utilizar la palabra “caminho” yo tengo recogidas de ella diecinueve variantes de “caminho”. Por ejemplo “congostra”: que es un camino en que las tierras de labor están más altas. Por ejemplo “corredoira”: que es un camino por el que pueden pasar carros, canelha: un camino que no tiene salida... y así hasta diecinueve. En el mundo rural era muy importante distinguir entre una canelha y una corredoira pero en el moderno decimos camino y basta... Entonces cómo se puede traducir una frase de mi abuela...
PGB: Tendrías que poner una nota a pie de página...
BL: Si tratas de buscar un sinónimo en castellano ya se pierde el primer significado gallego. Las palabras son vivencias y una vez traducidas son conceptos. El lenguaje pierde entonces su contenido vivencias y hace parecer entonces a la traducción mala o insuficiente.
PGB: Es que la traducción literal no es posible, es un imposible. Hay una traducción global que es la posible y a la que se puede acceder.
BL: La traducción de Ángel Crespo es magnífica, sencillamente insuperable ya que Grande Sertao obligaba a un esfuerzo increíble. De todas formas sigo pensando que Grande Sertao si se puede ha de leerse en el original, sin duda, para no perder toda esa carga sutil que mueve la obra...
PGB: Ahí está lo tremendo de la traducción, por eso se dice que el traductor es un autor, un coautor de la obra.
BL: En el arte, si desconceptualizamos cada objeto se convierte en un gran misterio. Si el objeto no es lo que parece ser se convierte en un misterio... Como podría ser el Brasil filtrado por la sensibilidad de Guimaraes Rosa. Lo que podría ser para nosotros un bolígrafo si lo lanzas desde un avión en la selva de Borneo se convierte en un objeto misterioso. ¿Qué haría un habitante primitivo (que no inferior) de esas selvas? Probablemente morderlo para ver si era comestible. Luego intentar romperlo para ver si tenía sangre. Tras ver que no tenía sangre ni era comestible probablemente lo convertiría en un dios y si piensa que tiene un carácter negativo diría que ha encontrado un diablo. Desconceptualizando el objeto-bolígrafo se puede llegar al misterio. Este proceso es el secreto de la poesía. La poesía expresa sentimientos; cada sentimiento es individual, lo que es colectivo es el concepto. Si tratamos, por ejemplo, de decir a la viuda de un amigo lo que sentimos por la pérdida acabamos diciendo vaguedades como “lo siento, mucho” o “le acompaño en el sentimiento”. Es decir debo conceptualizar la alegría, la tristeza, el amor... Son sentimientos puros que no resisten la conceptualización y entonces cómo hacemos para desconceptualizarlo, pues mediante neologismos, destrucción de la sintaxis ( Góngora), desconstruir la sintaxis, poner el verbo al final... Hay lenguas que en ese sentido son perfectas para la poesía, como el alemán, porque hasta el final no sabes lo que dicen. Así está el famoso chiste: “Uno le dice a otro: Estoy leyendo un libro alemán que parece que es muy interesante. El otro lo contesta: ¿No lo sabes? Y el otro le dice: Es que he empezado a leerlo pero el verbo está en el segundo tomo”
[1] Conocido restaurante de Barcelona situado en el barrio de Gracia.
Entrevista publicad en la revista Paralelo Sur ( Núm. 6. Barcelona, abril de 2008)
3 comentarios:
Basilio Losada, eres el mejor profesor que he tenido en la universidad (UB). Es un placer aprender contigo. Un beso.
Basilio Losada, es usted el mejor profesor que he tenido en toda mi vida universitaria (UB). Es un placer aprender con usted.
Basilio Losada: es usted el mejor profesor que he tenido en toda mi vida universitaria (UB). Es un placer aprender con usted.
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