Nuestros días contados, aunque la mayoría tenemos la suerte de no saber cuántos de esos días nos quedan antes de cruzar el umbral de la muerte. Eso nos hace vivir centrando nuestras energías en problemas con los que nos vamos topando día a día. Pero los otros, los que sí son conscientes de lo poco que les queda en este mundo, ¿cómo son capaces de asumirlo? ¿Con qué ánimo se levantan cada mañana para afrontar una jornada que podría ser la última? De esto y mucho más va “El libro de las maravillas”, la novela de Fernando Clemot de la que hoy hablamos.
El señor C., un hombre tímido, de pocos amigos pero muchas relaciones amorosas frustradas, afronta sus últimos días de vida recluido en la Clínica Dantas, un curioso hospital situado en algún lugar indeterminado de Portugal donde solo hay enfermos de un mismo mal terminal (el cuál desconocemos). C. siente que necesita algo que le impulse a seguir viviendo estos últimos días, y no se le ocurre nada mejor que llevar al papel todas las historias de viajes (físicos y vitales) de sus compañeros más queridos. Éste será su libro de las maravillas, aunque a veces lo maravilloso puede tornarse en todo lo contrario, y la paz que el señor C. busca no estar en realidad a su alcance.
Marco Polo fue un personaje sin igual en la historia, un aventurero rodeado de cierto halo de romanticismo que no parecía conocer límites. Sus numerosos viajes quedaron recogidos en “El libro de las maravillas”, también llamado “Los viajes de Marco Polo” y “El libro del millón”. Este volumen fue escrito por Rustichello, el compañero de celda de Marco Polo en Génova. Probablemente los días se les hicieron así más llevaderos tanto al que contaba, Marco Polo, como al que escribía, Rustichello. ¿Por qué no pensar que del intentar hacer lo mismo siglos más tarde puede resultar algo igualmente provechoso y entretenido?
El señor C., el protagonista y narrador principal de esta novela, también está en una cárcel. La condena es a muerte, y no hay manera de escapar. Los días pueden llegar a ser muy largos en estas condiciones, de ahí que un hombre deba buscar algo con lo que distraerse. Escribir un nuevo libro de las maravillas, por ejemplo. Será éste un libro lleno de viajes físicos y espirituales, los mejores de sus compañeros de prisión y condena. Pero, ¿es el resultado el esperado? Probablemente, no, pues la gente, cuando se acerca la muerte, piensa más en las experiencias más dolorosas y en todos los grandes pecados cometidos, que en los momentos felices. El escritor se torna entonces confesor. De él depende que sus compañeros consigan la paz espiritual tan necesaria para cruzar al lado de la muerte.
No solo los otros, sin embargo, tienen mucho de lo que arrepentirse cuando les queda tan poco por vivir. Tal vez en realidad por eso C. quiera escribir sobre los demás. Al fin y al cabo, mientras escucha las conmovedoras, y a veces también desgarradoras, historias de sus compañeros, y se centra en tomar notas, no piensa en Lynn, Jenny, Clara, Gina o Vera. Ellas han sido las mujeres de su vida, pero con ninguna fue capaz de mantener una relación duradera. Los recuerdos son demasiado dolorosos, también el arrepentimiento. Imposible dar vuelta atrás, sin embargo. ¿Podría acaso C. exorcizar sus fantasmas si los nombrara en voz alta?
“El libro de las maravillas”, en definitiva, es una novela que ahonda en la naturaleza del ser humano, más concretamente en la de su alma. Queda claro, después de la lectura de las múltiples vivencias aquí reflejadas (tan ficticias como reales) que el ser humano al final de su vida tiene mucho por lo que alegrarse, aunque también un buen número de asuntos pendientes por resolver. Son esos asuntos los que pueden hacer que los últimos días de vida de aquellos que saben que la muerte está cerca sea un martirio o todo lo contrario. Quizá esto sea lo maravilloso de este libro. O quizá sea otra cosa. Te invito a que encuentres tus propias respuestas conforme vayas leyendo “El libro de las maravillas”. ¿Aceptas mi propuesta?
Aceptar la propia muerte es difícil, más aún cuando ésta está cerca. Se hace necesario hacer recuento de lo que ha sido la vida para el que se va, también encontrar un sentido para esos últimos días. Aprende ahora esto y mucho más con “El libro de las maravillas”, un libro que sin duda no te dejará indiferente.
Cristina Monteoliva
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