miércoles, 6 de enero de 2010

"PREGÚNTALE AL POLVO" DE JOHN FANTE (Anagrama)




John Fante: “Pregúntale al polvo”(Anagrama)

( Traducción de Antonio-Prometeo Moya )


por Fernando Clemot


Pregúntale al polvo”(Ask The Dust, 1939) es la segunda novela y verdadero espinazo de la trilogía de la desesperanza que inicia John Fante con “Espera a la primavera, Bandini” (Wait Until Spring, Bandini. 1938) y que completa con la crepuscular “Sueños de Bunker Hill” (Dreams from Bunker Hill, 1982) publicada casi cuarenta y tantos años después de que se iniciara la serie.

Son muchas las novelas que esconden en el protagonista retazos de la vida del autor pero en pocas esta mimesis es tan aparente como en este Arturo Bandini, primera persona de los tres relatos y espejo del perfil del autor. La biografía de John Fante (1909-1983) nos conecta de una forma tan directa con el devenir de Bandini que inevitablemente aparece ante nosotros como un trasunto, un sosia convertido en recurso expresivo para poder mostrarnos el autor más descarnadamente lo que remueve sus vísceras.

Y es que es el protagonista de la trilogía, este Bandini-Fante, nos va revelando con un tono entre cándido y soñador como se consumen sus esperanzas de acceder al “sueño americano”. Será Bandini un joven arquetipo de los personajes que se arrastran por los callejones, es una basura más de la que se acumula y esconde en el boulevard de los sueños rotos y con la que convive en un edificio deforme de Bunker Hill. Por que en “Pregúntale al polvo”, el joven Bandini-Fante que nos había conmovido ya con “Espera a la primavera, Bandini” ha madurado, ha ganado en decisión (consigue escapar del sórdido ambiente familiar de Colorado y está totalmente decidido a ser un escritor estrella como su idolatrado Knut Hamsun) pero sigue actuando a bandazos. Empieza el relato con su llegada a Los Ángeles, o mejor a Bunker Hill, una colina de miseria donde padecerá los rigores del hambre y desde la que el centro de la ciudad (Broadway, Macy, First Street...) se aparece cada noche como un sueño cercano y luminoso.

“Pregúntale al polvo” es una ruda lección de vida, encierra una verdad poderosa, hay migajas de esperanza en medio del hambre y la desolación. El Fante-escritor asoma en algún instante tras la sombra de su trasunto Bandini y nos deja puntadas de una belleza amarga “...el zumo se me escurrió hasta el fondo del estómago y allí se puso a lloriquear. Había mucha tristeza en el fondo de mi estómago. Había mucho llanto y nubes de gas, pequeñas y sombrías, me acorralaban el corazón...”

También a menudo el protagonista parece suplicar, se arrodilla y pide al dios de la fortuna que se enciende cada noche a los pies de su colina de miseria que le conceda una oportunidad, que le haga un escritor como Knut Hamsun, una ráfaga de suerte que levante el polvo (¡Dame algo tuyo, Los Ángeles¡ Ven a mí y como yo hacia ti, con los pies en tus calles, ciudad preciosa a la que tanto amo, flor triste encerrada en la arena, ciudad preciosa...) Pero estas flores no abundan; el Fante-escritor gobierna el relato con mano de hierro. Su estilo es conciso y directo, ataca la trama como si descargara un “upper-cut” en alguna de sus trifulcas de barra y sólo afloja su brazo para abrazar el hombro de los otros desgraciados que malviven en el suburbio (el viejo y hambriento Hellfrick, la señora Heargraves, la solitaria Vera Rivken...)

Pero esta mirada compasiva no hace sentir a Bandini-Fante un miserable más, es tierno pero orgulloso, libérrimo y rácano cuando le viene en gana. Es pura contradicción, malgasta su dinero, lo regala y se pelea también por cuatro chavos; nos aturde Bandini, adora a Camila pero se siente mejor que la chicana, él es un americano de primera generación, un altivo “macarroni” que chapotea con arrogancia en su fango.

El orgullo de Bandini-Fante será la forma de cauterizar su amargura, el fracaso de las páginas que escribe compulsivamente para J.C Hackmuth, no triunfa, nadie sabe quién es, el gran mundo lo rechaza pero se siente un privilegiado en medio del miasma en el que malvive. De tanto en tanto se afirma, pavonea levantando orgulloso su cresta para proclamar su superioridad (“...la gran ciudad en que estaba, el asfalto poderoso que me sostenía y los edificios soberbios que me cobijaban eran la expresión de mi América. De entre la arena y los cactos los americanos habíamos sabido levantar un imperio. La raza de Camila había tenido su oportunidad. Y la había desaprovechado. Los americanos lo habíamos conseguido. Gracias, Dios mío, por la patria que me has dado. Gracias, Dios mío, por haberme hecho nacer en América. )

Pero no son más que bravuconadas de un perdedor, Bandini es un “outsider”como lo fue también John Fante, alabado y rechazado en Hollywood, bebedor y ludópata, vivió a bandazos como el personaje tras el que se esconde y sólo rescató su obra al final de su vida otro perro apaleado, Charles Bukowski, tan ebrio y excesivo como él, otro de los desgraciados con los que se pudo topar en su boulevard de los sueños rotos.


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